6.º Secundaria

Prueba de velocidad lectora 1

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Fragmento de: La Odisea, Homero (Adaptación de Rafael Mammos)

Era el décimo año de la guerra, y ningún ejército podía superar al otro. Sin embargo, los griegos entendieron que, con la mera fuerza de las armas, nunca lograrían vencer a los troyanos y entrar en la ciudad. Entonces fue cuando Ulises, el rey de Ítaca, tuvo la idea que puso fin al conflicto y otorgó la victoria a su bando. Siguiendo sus instrucciones, los griegos construyeron un caballo de madera gigantesco y lo dejaron abandonado en la playa, a la vista de los habitantes de Troya. Luego, fingieron rendirse y embarcaron como si se retirasen de la lucha y volvieran a su país, cansados de luchar. Pero en realidad era todo teatro: en lugar de surcar el mar, se habían escondido en unos islotes que había muy cerca de la ciudad, esperando el momento justo para atacar.

Los troyanos observaron con gran alegría cómo las barcas griegas se alejaban mar adentro: pensaban que la guerra por fin había acabado. Al ver el gran caballo de madera en mitad de la playa, creyeron que se trataba de una ofrenda a Poseidón, rey de las aguas, ofrecida por los griegos para que el dios les fuera favorable en el viaje de regreso. Decidieron arrastrar el caballo dentro de sus murallas, sin sospechar que en su vientre hueco se escondían Ulises, Menelao y otros guerreros griegos, quietos y en silencio, preparando la emboscada.

Aquella noche, en Troya, fue toda de celebraciones y fiestas. Todos los ciudadanos salieron a las calles a festejar el fin de la guerra, sin saber que el destino de su ciudad estaba por cumplirse. Cuando ya el último habitante de Troya dormía, rendido por el cansancio y el vino, los héroes griegos salieron silenciosamente del vientre del caballo. Sin que nadie se diera cuenta, abrieron las puertas de la ciudad para que penetrara el resto del ejército, que ya había vuelto de su escondite en las islas y estaba preparado para el ataque. De esta forma, se precipitaron todos los guerreros griegos a través de la muralla, dispuestos a sembrar la destrucción de sus enemigos.


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