Prueba de velocidad lectora 2

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Fragmento de: El pirata Mala Pata, Miriam Haas

Estando un día en cubierta, se le acercó su capitán Teo Beltrán, un fiero pirata con puños de acero y dientes afilados como cuchillos. No era mal capitán, sólo algo gruñón.

–¡Tú, Mala Pata! –rugió–. Voy a tomar el aperitivo en la cubierta. Baja a mi camarote y súbeme una silla. Y luego ve a la cocina y tráeme unas lonjas de chorizo, maní y un vasito de gaseosa de coco. ¡Y date prisa!

Mala Pata hizo lo que se le ordenó. Bajó al camarote a buscar una silla, pero al subir las escaleras tropezó con tan mala pata que se cayó.

–¡Rebanada de rata podrida! –refunfuñó.

Por suerte no se hizo mucho daño. Lo único que se rompió fue una pata de la silla. La intentó arreglar con un martillo y clavos, y se dio en los dedos. El pirata volvió a maldecir.

–¡Por las barbas de mi abuela! –se oía chillar mientras tanto en cubierta al capitán–. ¿Se puede saber por qué tardas tanto, mequetrefe?

–¡Ya subo! –le contestó Mala Pata intentando darse prisa.

–¡Qué lento eres! –lo riñó el capitán cuando recibió la silla–. Como seas tan lento para traerme el aperitivo, ¡pelarás papas el resto de tus días!


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