Prueba de velocidad lectora 2

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Fragmento de: Charlie y la fábrica de chocolate, Roald Dhal

–¡Bienvenidos, amiguitos! ¡Bienvenidos a la fábrica! Os ruego que paséis uno a uno con vuestros padres. Y que luego me enseñéis el billete dorado y me digáis vuestros nombres.

El niño gordo dio un paso adelante.

–Yo soy Augustus Gloop –dijo.

–¡Augustus! –exclamó el señor Wonka–. ¡Querido muchacho, me alegro muchísimo de verte! ¡Estoy encantado, encantadísimo de conocerte! ¡Estoy contentísimo de tenerte con nosotros! ¿Y éstos de aquí son tus padres? ¡Pasen, pasen!

El señor Wonka estaba tan entusiasmado como todos los demás.

–Yo me llamo –dijo una de las niñas, que fue la siguiente en pasar– Veruca Salt.

–¡Querida Veruca! ¿Qué tal? ¡Es un placer! Tienes un nombre interesante, ¿no te parece? ¡Verrruca! Suena a «verruga»... como esas que te salen en la planta del pie... Pero no, claro, no tiene nada que ver con tu nombre. ¡Qué cosas digo! Es que hoy es un día emocionante. De verdad, espero que lo disfrutes.

Entraron los otros dos niños, Violet Beauregarde y Mike Teavee. El señor Wonka miró los billetes y casi les arrancó los brazos con los enérgicos apretones de mano que les dio. Por último, una vocecilla nerviosa susurró:

–Charlie Bucket.

–¡Charlie! –exclamó el señor Wonka–. ¡Vaya! ¡Mira quién está aquí! Así que tú eres el que encontró el último billete ayer, ¿verdad? Sí, sí... ¡Lo he leído todo esta mañana en los periódicos! ¡Justo a tiempo, hijo! ¡Qué bien!


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